El sábado pasado agarre mi cámara y llegue hasta el centro
histórico de Lima, como siempre lo único que pedía era un buen clima. Siempre se
vuelve un dilema buscar un lugar que además de bonito sea seguro para sacar mi
equipo y concentrarme en lo mío. Llegue al centro buena hora, a pesar de ya no estar en verano todavía sale el sol
y todo era casi perfecto, hasta que vi que la Plaza Mayor estaba repleta de
personas. Caminaba entre la gente buscando el ángulo más vacio, cuando de
pronto aparece una señora ofreciéndome un “tour” al Cerro San Cristóbal, al que
primero miré con desconfianza, pero luego de un rato de mi resignación a tener
una tarde perdida, volví y pregunté: Cuánto cuesta?, Cuál es la movilidad? Y Cuánto tiempo dura el “tour”?,
y me respondió en ese mismo orden, 5 soles, es una cúster y arriba puedes estar
20 minutos, me sorprendió esta última respuesta puesto que mi idea era
fotografiar Lima desde la cima. A esto le hice la consulta de si hay alguna manera
de volver luego de una par de horas y me dijo que si y que podía bajar en otro
bus.
Así empecé mi aventura, el transporte pasó inmediatamente el
Rimac y estábamos de subida. A medio camino recordé mi temor a las alturas y la
sensación de pánico que este me ocasiona, el camino inclinado es rápido y esto
hizo que no haya mucho tiempo de pensar en lo que pasaría si se cae el carro.
Una
vez arriba empezó la faena. Era la primera vez, para mi suerte estaba a punto
de caer el sunset, el cielo andaba despejado y lo más rescatable, fuera del
paisaje que se divisaba, era la paz que se sentía, había tranquilidad y fue así durante las casi dos
horas que estuve. Además en la cima hay una imponente cruz en la que puedes
dejar una vela con un pedido especial, incluso tomarte la foto clásica con la
escultura que alguna vez hemos visto de lejos como fondo. El sol se iba
ocultando detrás de la isla San Lorenzo e iba anocheciendo, fue una jornada
agotadora pero quedé satisfecho, muy recomendable para los fotógrafos y personas
que solo buscan algo distinto en Lima. El regreso lo dediqué a dormir al menos
por unos minutos, el viaje acaba en la puerta del Convento de Santo Domingo, de
donde tomé el carro al inicio.
Así que esta aventura queda recomendada…hasta el próximo
post!!
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